lunes, 30 de agosto de 2010

DANZON CANIBAL


En la terraza de casa, fumo un cigarro puro habano, mirando hacia grecia o las antillas andinas y escucho ritmos cubanos en el mini-tocadiscos portatil, me relajo posteando ya sean las bragas de codo de aranha o los fangs que Comentaba Beckett con unos colmillos falsos de vampiro puestos, en la trasera de los apartamentos hay un vecino cortando el seto con unas tijeras talla xxl, parece que le gusta la musica.



Era el año 1939 y ese mambo auroral se llamó, ¿qué otra cosa?, Mambo. Derivaba del más clásico de los ritmos cubanos: el danzón. Del danzón también salió el chachachá y un poco más tarde la descarga. ¿Quién habla de ritmos caribeños? Solamente los que ignoran que la costa norte de Cuba queda en el Atlántico. Antes, esas islas se llamaban las Antillas y el Caribe era para caníbales.



(...) música para "bailar con un ladrillo", como bailaban entonces. Para muchos europeos, el danzón, como quiere el diccionario, es un rondó redondo. Si es así, es un rondó caprichoso, ya que su última sección es vivaz, fugaz.

Después de montar tanto su bajo color caramelo, Cachao ha cogido un cuerpo extraño y con -¿qué otra cosa?- piernas arqueadas. Tan alto como su bajo, Cachao parece pequeño por su andar y con el cuerpo que le ha hecho su música. Si quiere el lector convertido en oyente oír las tonadas más dulces entramadas con el ritmo más endiablado, que no le grite a Cachao "¡Diablo, diablo!", sino "Como su ritmo no hay dos". Pero, cuidado, que Cachao no soporta a los sordos y es capaz de decirle al mismo Beethoven que no tiene oído para la música cubana. Mucha música.

(G. Cabrera Infante, 1993.)

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