martes, 24 de agosto de 2010

Regreso a la escatología. La piedra filosofal en el inodoro


En sus escritos de la cárcel, Antonio Gramsci utilizaba la expresión "filosofía de la praxis" para referirse eufemísticamente al marxismo y así evitar la censura de la institución penitenciaria. A día de hoy, cuando la lectura de este pensador es una tarea pendiente de nuestro tiempo, esta expresión está a la orden del día en el discurso de todo tipo de movimientos filosóficos, a cada cual más alejado de una genuina política de la emancipación gramsciana. La censura ha sido introyectada, los pensadores devinieron policías que ya no tienen nada que decir acerca de una situación de inmovilismo mental donde las expresiones totémicas giran en el aire sin cesar, mezcladas con ciertos gestos heideggerianos. Esta expresión eufemística es claramente sintomatológica respecto de la pusilanimidad filosófica en el contexto de un cinismo absoluto por parte de unos pensadores completamente despolitizados pero no por ello menos acosados por el prurito de compromiso, aunque nadie sepa exactamente cual sea el objeto mismo de ese acto hipócrita y retorizado. Del mismo modo que el water no dejará de oler a mierda por mucho que lo denominen inodoro, la filosofía no devendrá práctica ni efectiva por mucho que se haga uso de aquél oxímoron: filosofía de la praxis. No se lo creen ni ellos. La mierda y la filosofía siguen y seguirán oliendo fatal. Como dijera primero de Gaulle y más tarde los sesentayochistas: "La réforme, oui. La chienlit, non".

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