lunes, 16 de agosto de 2010
Duras habla de escritura nocturna, yo amaba esa situación. Ahora me toca por la mañana, con las ventanas entrecerradas y el flexo encendido. A veces con música, ahora con la radio que ofrece parcelas en Los Ángeles de San Rafael. Mientras escribía la cita de Aristóteles, Manuela me clavó las uñas en la espalda para intentar sacarme la grasa del "porito". Una costumbre antigua. En esa parte del cuerpo me pueden azotar o poner un hierro candente. Ni siento ni padezco. Tal vez eso vaya ampliándose y termine por llegar a la utópica ataraxia. De momento me toca seguir con la mente embotada y con un catarrazo intempestivo.
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