No sólo Demóstenes era tartamudo, también Isócrates, su oponente político en el plano de la retórica. Asi que imagínate los discursos políticos de entonces. Vamos, como los de ahora pero con gesticulación y babas, tartamudeos y piedras retropropulsadas desde la boca de la oposición.
En este sentido, Rajoy debe ser considerado un maestro gangoso de la retórica. Su ojo pipa también ayuda. ¿Para cuando operaciones de cirujía estética para nuestros políticos? Nuestra democracia requiere de unos dirigentes con buena delantera.
sábado, 21 de agosto de 2010
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