miércoles, 11 de agosto de 2010

CÉLINE, DANCEHALL Y CONTROL DE ANGUSTIAS

Pasar noches en vela sin poder dormir, experimentando el tormento de conciliar el sueño, nos adentra en la lógica inhóspita que impide el cierre de los párpados. En este tipo de circunstancias, un artista, del mismo modo que el protagonista de Viaje al final de la noche, va al grano: "por mucho que me diese vueltas y vueltas sobre el pequeño colchón, no llegaba a conseguir ni el más pequeño momento de sueño. Incluso masturbándose en esos casos no se siente consuelo ni distracción. Entonces es la verdadera desesperación".

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