Ya de regreso a la cripta del saber termino el libro "La barbarie ordinaria. Music en Dachau" de Jean Clair, un escritor muy fino, de gran intensidad y que sencillamente sabe manejar los tiempos de la escritura. Y eso se agradece después de un mes leyendo con exclusividad a Kant (o lo que es lo mismo: la mayor precisión en el desaliño conceptual).
.
Hay una cosa que Jean Clair menciona de pasada y que me gustaría retomar, a saber: la oculta y siniestra relación entre una concepción desinteresada del conocimiento y la falta total de compromiso político por parte de tales investigadores que se traduce en un solapado cinismo y en una hipocresía que todo lo permea. El método científico puede que sea en esto todo un paradigma de investigación (supuestamente) pura, esto es: libre de todo prejuicio o presupuesto político u social. Como si de un diálogo intemporal entre fórmulas ideales se tratara, las así llamadas ciencias positivas esgrimen un estandarte de objetividad y precisión desinteresada, cuyo carácter ideológico parece haber sido obviado, cuando justamente son ellas las que desde hace doscientos años sustentan el sistema de producción industrializado en una paulatina desvinculación respecto de las "disciplinas ociosas" (filosofía, historia, literatura, etc) con las que antes de la Revolución Industrial estaban plenamente identificadas. Tal vez, piensen uds, el desinteres sea fruto de su objeto de estudio. Al fin y al cabo las ciencias positivas ofrecen respuesta a la pregunta por el CÓMO, dando las claves de un mecanismo preexistente ante el cual solo cabe la apropiación resignada o la indiferencia escéptica; cuando de lo que se trata es de responder al PORQUÉ. En otras palabras: ¿qué impacto puede tener en las próximas elecciones venezolanas la estructura atómica del fluor?
.
Hay una cosa que Jean Clair menciona de pasada y que me gustaría retomar, a saber: la oculta y siniestra relación entre una concepción desinteresada del conocimiento y la falta total de compromiso político por parte de tales investigadores que se traduce en un solapado cinismo y en una hipocresía que todo lo permea. El método científico puede que sea en esto todo un paradigma de investigación (supuestamente) pura, esto es: libre de todo prejuicio o presupuesto político u social. Como si de un diálogo intemporal entre fórmulas ideales se tratara, las así llamadas ciencias positivas esgrimen un estandarte de objetividad y precisión desinteresada, cuyo carácter ideológico parece haber sido obviado, cuando justamente son ellas las que desde hace doscientos años sustentan el sistema de producción industrializado en una paulatina desvinculación respecto de las "disciplinas ociosas" (filosofía, historia, literatura, etc) con las que antes de la Revolución Industrial estaban plenamente identificadas. Tal vez, piensen uds, el desinteres sea fruto de su objeto de estudio. Al fin y al cabo las ciencias positivas ofrecen respuesta a la pregunta por el CÓMO, dando las claves de un mecanismo preexistente ante el cual solo cabe la apropiación resignada o la indiferencia escéptica; cuando de lo que se trata es de responder al PORQUÉ. En otras palabras: ¿qué impacto puede tener en las próximas elecciones venezolanas la estructura atómica del fluor?
.
Esta primera interpretación es bastante plausible a la luz de los hechos: es corriente que según nos vayamos acercando al ámbito humano, esa cortina de humo del desinteres cognitivo vaya paulatinamente desapareciendo. No es extraño que sea la biología, por tanto, aquella que ostenta el numero uno en materia de excursiones reduccionistas sobre otras disciplinas y en declaraciones totalitarias y omniabarcantes (excesivamente ingenuas y/o entusiastas, en mi opinión). Así tenemos fenómenos como el darwinismo social, la sociobiología y sus hijos: la psicología genética y el neoconductismo. Pero más allá de estos movimientos bien definidos, existen de campos de estudio tan espureos como son los test para medir el coeficiente intelectual, cuya relación con la eutanasia, la eugenesia y la segregación racial hasta nuestros días ha sido convenientemente estudiado por Hans Magnus Enzensberger en su último libro: En el laberinto de la inteligencia. Guía para idiotas (Anagrama, 2009). Creo que dos citas convenientemente elegidas ilustrarán lo anterior:
.
“Galton [uno de los padres de los tests acerca CoeficienteIntelectual] ha pasado a la posteridad principalmente por ser elinventor del concepto de eugenesia. En 1883, propuso reglamentar losmatrimonios y los embarazos de tal modo que únicamente pudieranprocrear aquellas personas cuyo patrimonio genético estuviera fuera detoda duda. De este modo pretendía engendrar una raza humana“intelectual y moralmente tan superior a los europeos modernos como loson los europeos modernos a las razas negras inferiores.”(Enzensberger, 2009: 52)
.
.
“Goddard [otro de los padres con Galton] incidió incluso en lapolítica de inmigración. Con ayuda de sus tests, creyó demostrar quetodos los inmigrantes, a excepción de los procedentes del norte deEuropa, presentaban “una inteligencia asombrosamente reducida”.Clasificó al ochenta y siete por ciento de los recién llegados deRusia como morons [en su terminología esto quiere decir retrasadogenético]; también judíos e italianos obtuvieron una malacalificación. En 1913 y 1914 un gran número de inmigrantes fuerondeportados sobre la base de sus resultados [habla de USA, donde luegose utilizaron los famosos tests para la Segunda Guerra Mundial. Aaquellos que obtenían una menor puntuación les asignaban las misiones"con escasa posibilidad de supervivencia. Daba la casualidad que en sumayoría eran negros o recién llegados inmigrantes, en su mayor parteiletrados, los cuales apenas conocían nada sobre la historia de USA yno digamos acerca de los problemas geométricos que se les planteabanen los tests. Todo esto sumado a la barrera lingüística hacía queaquellos que eran vistos como inferiores por la sociedad americana,debieran ser vistos como tales en virtud de una Inteligencia natural.El día D desembarcaron en una primera oleada (con escasossupervivientes) los "retrasados", luego vinieron el resto (blancoscanadienses y americanos, junto con gentlemans de G.B)].”(Enzensberger, 2009: 53)
.
Hay una determinada ideología marcadamente fascista que permea las declaraciones de los biólogos de mayor renombre. Un caso concreto es Francis Crick, premio Nobel en 1962 por su descubrimiento de la estructura del ADN, quien no duda en declarar que:
.
"Ningún recién nacido debería ser reconocido como humano antes de pasar una serie de análisis de su dotación genética [...] Si dichos análisis no arrojan los resultados esperados, pierde el derecho a la vida."
No hay comentarios:
Publicar un comentario