domingo, 16 de mayo de 2010

Sileno y Ciudadano Kane, pasando por una recuperación del rinoceronte

Más sobre Sileno:

"Este sileno, cuyos aforismos y palabras encuentran eco en el espacio de la cultura humanista tardía, evidencia el que, tal cez, los adrajos, el pobre continente y vestimenta, y aún cierta rusticidad y franco salvajismo, oculta, en realidad, al sabio y al santo, protegiéndole de la mirada del mundo. [...] Sileno es, además, la figuración del que calla, y el nombre de Sileno es así, también, el que calla: la estatua muda; el salváje sátiro que oculta su sabiduría (nihilista, despreciadora del mundo) en el bosque."



Por cierto, nadie se piense que dejamos atrás al rinceronte. Podemos trazar una perfecta correspondencia entre el rinoceronte y el mutismo solipsista de Sileno, entendido en el Barroco como metáfora del refugiarse en el castillo del alma, su interioridad. Entendamos aquí a la fealdad y vejez del segundo en una perfecta correspondencia intelectual con la brutalidad acorazada del primero. Bajo las apariencias poco agradables de ambos se encuentra una promesa de magia y secreto. Recordamos aquí también dos referencias inexcusables de Fernando: el huevo Kinder y el regalo japonés. En ambos el emboltorio es la verdadera sorpresa que, como una flecha que no apunta nada, promete la magia en su interior, defraudando por lo tanto a aquellos que se atreven a violar el secreto. Sin embargo la tensión mágica solo existe en virtud de esta relación dialéctica entre los adentros y los afueras.

Con esto sólo quiero recordar que en el fondo del alma no hay nada que revelar. Estamos hablando del castillo del alma cuando en realidad habríamos de hablar de la fortaleza del final de Ciudadano Kane: XANADU, donde se refleja innumerablemente la misma soledad y vaciedad de corredores, sin contenido ni acompañantes. El cristal del castillo está fuera del alma: en esa bola de cristal que se rompe y cae el suelo, sobre cuyos fragmentos se refleja la criada que descubre el cadaver (solitario) de su amo. El tema de Ciudadano Kane es la contrariedad de un amor omniabarcante que no encuentra el objeto adecuado a su deseo, no lo olvidemos. Al final de la película, el investigador dice unas palabras antológicas: “Mr. Kane fue un hombre que lo tuvo todo y luego lo perdió. [Rosebud] Quizá fuera algo que no consiguiera o que perdiera. De todas maneras no hubiera explicado nada. Ninguna palabra puede explicar la vida de un hombre [I dont think any word can explain a man’s life]. Creo que Rosebud solo era la pieza de un puzle. Una pieza perdida.”

Nos las vemos aquí con otra metáfora espacial. El puzzle y el castillo, ambos ejemplifican a la perfección el problema de la indeterminación a la hora de realizar el salto semántico del significado al significante, y digo bien: nos movemos continuamente en el ámbito del sentido, el cual no posee un carácter problemático (de hecho todavía no se han explorado las consecuencias de la comodidad surgida a raiz de habitar el mundo sobreinterpretado); lo verdaderamente inquietante es esa presencia del objeto de nuestro funesto deseo, de nuestra búsqueda infructuosa: el significante en toda su hapticidad que se diluye, a medida que el fenómeno es asumido en una red de significado. El otro ahí desaparece a medida que es apropiado por el Yo.

Hace mucho tiempo escribí un poema titulado "Ciudadano Kane" sobre este tema:

Tan solo un símbolo sobre su cabeza,/ una imitación, nuevo rumor de cruz, luna y estrella. / Un recuerdo, una palabra, último sustento/ de un hombre arrodillado por el destino./ El resumen de una vida./ Objeto inanimado que alberga un odio/ hacia la salvación de su significado,/ hacia la tortura de su referente.

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