sábado, 22 de mayo de 2010

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Sobre complots y casualidades: Ocurrió en las Antillas Andinas, a finales de los años ochenta, mientras estudiaba artes. Decidí crear una galería neuronal cuya imagen corporativa era el rinoceronte de Lisboa. Le metí mano al grabado de Durero pensando en el Descartes de Reglas para la dirección de la mente, el Cronenberg de Videodrome, el Lynch de Blue Velvet y todas las de Tinto Brass. También, por aquella época, escribí el guión y dibujé una historieta porno-carrolliana titulada En el país de los rinocerontes. Lo de Bouguereau, fue un asunto de siameses mortalmente pompiers.

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