El desnivel topológico de las Antillas Andinas sumado a la ocupación de terrenos bajos, la deforestación de la precordillera, una infraestructura insuficiente en la evacuación de aguas, cementación de la tierra impidiendo la filtración del agua al subsuelo y el deshielo por el calentamiento global, hace que esto de estar inundados y bajo aluviones sea una de las condiciones climáticas habituales del vivir por estos lares. Sin dejar de considerar que en toda aventura y desventura en las Antillas Andinas, la alternancia geográfica va también con sequías, igualmente devastadoras, y tormentas tropicales con precipitaciones entre 400 y 800 mm en un día. Un entorno que, si consideramos el bajo presupuesto y le agregamos algo de cachondeo, parece entresacado de un clásico de serie B. No es casualidad que hasta el maniqueísmo academicista local no está exento de entradas y salidas inverosímiles e incólumes ante circunstancias climatológicas como las antes señaladas. A propósito, Quel Maledetto Treno Blindato (Enzo Castellari, 1978).
martes, 25 de mayo de 2010
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