domingo, 30 de mayo de 2010
me presentaron a Dennis Hopper en el estreno de la película "Basquiat" de Schnabel. Llevaba un traje negro, camisa blanca sin corbata y unos zapatos lustrados a la perfección. El traje le quedaba de pena, la verdad es que parecía que era dos tallas mayor que su enjuto cuerpo. Me habló tan bajo que ni me enteré de lo que me decía. Alguien le había indicado que yo era crítico de arte y, por algún equívoco, pensó que era el encargado de presentar una exposición de sus fotografías al día siguiente. Me dejó un teléfono al que le faltaba una cifra. Luego supe que era del Palace. Acudí a la inauguración de marras: allí estaba de nuevo. Se dirigió a mí con paso lentísimo, abrío los brazos y me palmeó. Acerté a entender que me calificaba como "brother". Carmen Gamarra lo vió y me preguntó si eramos amigos antiguos. Le dije que nos concíamos "de la carretera". No era, ni mucho menos, uno de mis actores favoritos pero tenía un tono impresionante. Basta con recordar "Blue velvet". Sabía lo que estaba tras la puerta. Era un sádico pero también un impotente. En la distancia corta era todo fragilidad. Flotaba y daba la sensación de que estaba más allá del bien y del mal. Miraba agachando la cabeza. Seguro que era un tímido enfermizo. Justo me había preguntado si acudía con frecuencia a L.A. cuando llegó un pelmazo y le quiso contar todo lo que sabía de sus películas. Sacó un pañuelo y me dió la impresión de que escupía en él. Estaba dominado por un cansancio cósmico. Me señaló con el dedo índice y luego dijo la frase de marras: "See you later". Efectivamente nos veremos más tarde.
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