miércoles, 6 de enero de 2010
"Quien golpea es golpeado, es la regla", subraya Píndaro. Aquiles, el más célebre de los guerreros aqueos, es un especialista, sin ningún género de dudas, de la masacre y de la carnicería. La perfecta conformidad de su naturaleza con su vocación de destructor exalta el éxtasis homicida. Masacrador, mejor dicho, exterminador de los mortales, como lo denomina justamente Homero. La física del terror se pone en marcha con su sola presencia. Aunque Taun convierte a John Cobra y el Batu en héroes homéricos no repara en que "los que graban", vale decir los aedos vigilantes y silenciosos, se ríen en todo momento. Hay una "ridiculización de lo heroíco" que no tiene nada que ver con lo homérico. Aquí falta el miedo y sobra el desafío. Estamos en el momento de la pantomima patética. Algo más parecido al "amor cortes" (invertido y rastrero evidentemente) que al combate singular arcaico. Lejos de la aristocracia bélica nos encontramos en el lumpen digital, gracias a esos "taraos" aparece uno de los destinos bizarros. Lo importante sería conocer la mano que genera la estrategia, esto es, volver la cámara sobre sí misma. Alguien monta y convierte en parodia lo que acaso en la mente de los "combatientes" arrabaleros sea incluso "verdadero". En cualquier caso, John Cobra, al vivir tan cerca de Murcia, podría pasar por el SOS aunque fuera a hacer una mínima demostración de sus golpes demoledores. La cuadrilla que le asiste sería también recibida con todos los honores que merece.
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