[Materiales para un análisis de Descartes en términos del primer perro policía de la Historia de la Filosofía y padre de la videovigilancia panoptizada, allí donde no se ha producido una escisión de las facultades espirituales (voluntad y razón); primado de la claridad y distinción en el corpus delicti eidético. Keywords: seguridad, cálculo, vigilancia, voluntad y querer.]
“Me parecía que podría encontrar mucha más verdad en los razonamientos que cada uno hace en los negocios que le interesan […] que en los que hace un hombre de letras en su despacho en orden a especulaciones que no producen ningún efecto.”
DESCARTES. Discurso del método, 1ª parte (VI, p. 9)
“La diferencia con la actitud griega llega a formularse como clara oposición frente a lo que en Aristóteles se acerca más a una toma o adopción de actitud: el deseo de saber como raíz de la filosofía. Y es que, en verdad, la actitud cartesiana no es un deseo de saber, sino una cosa muy distinta: una pretensión de control y seguridad. Descartes, en el origen de su filosofar, no desea saber ¿Qué quiere? ¿No ser engañado? No precisamente. En rigor, Descartes no quiere algún objeto –no sabe lo que quiere—, simplemente vigila y controla, guarda y fomenta su actitud. La abstención es objetivamente universal: ningún saber en cuanto dado es válido. Pero entiéndase: no en virtud de razones objetivas, sino por una necesidad imperativa de otro orden, a que se sujeta lo objetividad como tal. Todo tiene que ser controlado, tamizado, repetido personalmente, comprobado desde el centro imperturbable de lucidez.”
Leonardo POLO. Evidencia y realidad en Descartes, Ed. Rialp, Madrid, 1963, p. 46.
“Su peculiaridad consiste en que cuando planificamos, investigamos, organizamos una empresa, contamos ya siempre con circunstancias dadas. Las tomamos en cuenta con la calculada intención de unas finalidades determinadas. Contamos de antemano con determinados resultados. Este cálculo caracteriza a todo pensar planificador e investigador. Semejante pensar sigue siendo cálculo aun cuando no opere con números ni ponga en movimiento máquinas de sumar ni calculadoras electrónicas. El pensamiento que cuenta, calcula; calcula posibilidades continuamente nuevas, con perspectivas cada vez más ricas y a la vez más económicas."
HEIDEGGER. Serenidad, Ed. del Serbal, Barcelona, 1989, p. 18.
“La actitud cartesiana es la crisis de una confianza. Pero el restablecimiento de la confianza en términos de seguridad comporta el ejercicio de un poder sobre el supuesto. Se trata de un poder obrar de vigilancia, que es recabado por la actitud y se ordena a la obra propia de la voluntad: la afirmación. Al objeto se le concede una confianza suspicaz, que no quiere volver a ser engañada y que, sobre todo, no descansa en él. Descartes no se abandona. El esplendor de lo objetivo no ofusca otra lucidez vigilante y atenta, la de la mirada del espíritu reclamado por el interés de la afirmación. En último término, conocer es tarea que corre a cargo de una actividad fundamental y nuclear. La actividad del conocimiento es la voluntad; conocer es obra de la voluntad: estar despierto es querer. Querer es, en definitiva, ser atraído por la necesidad.[...] Una actitud tan agudamente perfilada y vigilante tiene que poner en acción una selección neta de las vías y criterios de confianza cognoscitivos. La actitud desasistirá a los que sean incompatibles con su pretensión de vigilancia y control, se despegará de ellos y sentirá como tentación y peligro la posibilidad de adoptarlos. El criterio profundo de esta selección debe radicar en la actitud misma y arrancar de ella, y sólo secundariamente se apoyará en motivos temáticos. No tendrá, pues, el sentido de una simple descalificación, sino el de un riguroso rechazar y condenar a algo temible y enemigo.”
Leonardo POLO. Ibid., pp. 36 y s.
“El juicio es, ciertamente, la obra de la voluntad.”
DESCARTES, Conversación, p. 1372.
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