jueves, 21 de enero de 2010

La cinta blanca. Michael Haneke

En una palabra: familiar.

La nada engendra la angustia. Éste es el profundo misterio de la inocencia, que ella sea al mismo tiempo la angustia. El espíritu soñado, proyecta su propia realidad, pero esta realidad es nada, y esta nada está viendo en torno a sí a la inocencia.
[...]
el que se hace culpable a través de la angustia es sin duda inocente. Porque no fue él mismo, sino que fue la angustia, es decir, un poder extraño el que hizo presa en él; no fue él mismo, fue un poder que no amaba, un poder que le llenaba de angustia... y, no obstante, él es indablemente culpable, pues sucumbió a la angustia, amándola al mismo tiempo que la temía.
[...]
la prohibición le angustia en cuanto despierta en él la posibilidad de la libertad. Lo que antes pasaba por delante de la inocencia como nada de la angustia se le ha metido ahora dentro de él mismo y ahí, en su interior, vuelve a ser una nada, esto es, angustiosa posibilidad de poder.
Soren Kierkegaard. El concepto de angustia

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