Tal vez sea injusta la distinción anteriormente realizada entre, por un lado “alta cultura” del distanciamiento que propugna ante todo el “docere et delectare” del público y, por otro lado, la “baja cultura” de la distracción y el entretenimiento (Casablanca y cia., ya sabes Uds. de lo que hablo). En última instancia el arte es, por hacer honor a Baudelaire, un pasatiempo cuyo objetivo es ahogar la angustia existencial, esto es, hacernos olvidar la ausencia de fundamento y el miedo a la más que inminente muerte. Toda forma de cultura es una distracción en el sentido pascalaniano del término: el olvido de la soledad esencial; un modo de entrar en contacto con el otro que no suponga una muerte del yo.
Ahí queda.
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