lunes, 18 de enero de 2010

Fausto en el Jovellanos

«La trágica historia del doctor Fausto» inauguró la presente temporada en el teatro Jovellanos. Escrita por el inglés Christopher Marlowe, trata de un personaje novelesco que muere a los veintinueve años. El montaje corrió a cargo de «Higiénico Papel», compañía muy activa en los escenarios asturianos. Los siete actores que constituyen el elenco de la compañía ofrecen una actuación admirable pese al gran esfuerzo exigido por su multiplicidad de papeles y logran un espectáculo teatral de gran nivel.
El mito del doctor Fausto es un arquetipo dentro del panorama literario universal. El pacto con el diablo a través de Mefistófeles constata la aspiración humana por alcanzar su inmortalidad y rebelarse contra su destino final: la muerte. En la obra, concluido el plazo de veinticuatro años estipulado en el pacto, el alma de Fausto pertenece a Lucifer y no alcanza el ansiado perdón divino. Final pesimista que difiere del poema «Fausto» de Goethe, donde a su conclusión Dios se compadece de aquel hombre que ha buscado el saber y la belleza, y consigue así la misericordia del cielo. Este tema del doctor Fausto se reitera en el novelista alemán Thomas Mann.
Un bello espectáculo teatral a tono con la acertada renovación del teatro Jovellanos. La adaptación de Laura Iglesias respeta con escrupulosidad el texto, las simplificaciones son mínimas y su dirección acomodada a la época actual, con el suficiente aderezo musical y de escenas grotescas que permiten que la continuidad dramática del texto de Marlowe resulte para el espectador un espectáculo atractivo. El sexo no es ningún tabú sobre la escena: orgías, tríos, relaciones heterosexuales y homosexuales. «Christopher Marlowe se inspiró para escribir su obra en un texto anónimo alemán que es mucho más explícito en materia sexual. Cuando teníamos alguna duda recurríamos a esta fuente. Por ejemplo, ahí se dejaba bien claro que Fausto y el diablo Mefistófeles mantienen en algún momento relaciones sexuales», dice la directora, a quien tras adaptar «Ricardo III», de Shakespeare, le picaba el gusanillo de volver a atreverse con un clásico del teatro isabelino. Las actuaciones de Rita Cofiño, Carlos Dávila y Alberto Rodríguez, memorables.

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