sábado, 1 de enero de 2011

LA LENGUA TOCA, ROZA TODOS LOS DIAS LOS DIENTES. EL VAMPIRO DEL AGUA



Según relató Plinio, ya en tiempos de los romanos aparecen referencias a tanques de grandes dimensiones destinados a alojar lampreas: «Cayo Hirio prestó de su piscina, solamente para las cenas triunfales del César, seis mil lampreas, que no quiso vender ni cambiar por ninguna otra mercancía»,.

Según Gregorio Morán en la Vanguardia, la lamprea permitió sortear un conflicto teológico sobre si se podía comer en días en que no se podía tomar carne, ya que tenía “la ventaja, de ser un pez y al tiempo la carne suculenta de un animal. En todo el ámbito de la cristiandad se comían lampreas. No sé si también en el Danubio, pero conviene no olvidar que el primer trabajo científico de Sigmund Freud, en Viena y en 1877, trató sobre la larva de la lamprea. Están historiadas en la dieta desbordante del emperador Carlos V. Tiene pedigrí literario desde los romanos hasta Alejandro Dumas, que en “El conde de Montecristo” habla de las lampreas del lago Fusaro, que desconozco dónde se encuentra. La lamprea casi ejerce de protagonista en “La saga-fuga” de Torrente Ballester”.



MANUELA, CASTRO, Y YO NOS COMIMOS UNA EN SU SANGRE, DESPUES DE ELEGIRLA DEL PILON EN UN RESTAURANTE EN LA VEGA A lo largo del río nos podemos encontrar con elementos tan curiosos como son "Os pescos"; se trata de unas construcciones en madera características del río Tea y que conforman una especie de pequeño puente que entra en el río y que se emplea para la pesca de la lamprea y otras especies.

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