lunes, 3 de enero de 2011

Donjuán, libertino, tenorio, ligón, faldero, mujeriego, seductor y calavera. Durante la última década del siglo pasado, mientras la banda sonora de la historia estaba entre el grunge, pasando por la electrónica, hasta el nürock, cada tres de enero era celebrado el cambio de año en Donde Loyola. Se trataba de jams que empezaban a las tres de la madrugada. Siempre hubo joda con los vecinos. Era bien vintage el asunto. Había que poner a prueba la paciencia del espectador. No discuto que era una hermeneútica de mierda. Poesía ruidista para perder la cabeza. La última fue el 2000. Los equipos sonaban solos al interior del taller mientras, tirados en el césped, escuchábamos el devenir. "Más discos que John Cage", así fueron llamadas estas sesiones. Una década después, dos conciertos de la CDSB estuvieron en esa línea, generando una ira similar a la provocada por las tres reencarnaciones de la puerta del masturbatorio 19. Recuerdo todo esto, poco antes de salir a remar en la laguna con mi hijo, mientras tatareamos el tango Calavera viejo.

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