lunes, 17 de enero de 2011
estoy hecho un desgraciado: a régimen total. Cada día una hora de caminata pero el primer día me rocé el culo y he tenido que pasar a la llamada bicicleta estática. Eso es una máquina de tortura. Apenas me siento a pedalear (en calconcillos, con camiseta corta y zapatillas de andar por casa con el escudo del Barça) y viene el sudor fétido. En apenas diez minutos me duele todo. Lo de la entrepierna es para escribir algo bizarrísimo o filmarlo en plan Cremaster pero gore. En apenas un cuarto de hora ya no siento la polla. Lo juro: se me duermen los cojones y luego la pinga es apenas un trozo de corcho. Ni me la siento. Lamentable. Empiezo a sudar por la calva y encharcado bajo cada veinte minutos a hacer tandar de 100 con las mancuernas de apenas seis kilos. Todo tipo Torrente en el saloncito, junto al piano de pared. Ayer y hoy para "animar" el horror me he puesto "Los siete magníficos". La verdad es que me ha parecido, en estas condiciones, una película deplorable. No hay por donde agarrar esta chorrada. Los mejicanos infantilizados, los pistoleros angustiados y con miedo, el paisaje de pura polvareda. El único que tiene tono es el malo que además pacta con los americanos y no los mata cuando debiera. Así le fueron las cosas: los gringos regresaron en plan traidorcetes a plena mañana y les fusilaron con revólveres que tenian unas veinte balas. La muerte de uno de los magníficos es para vomitar: está agonizando y les dice a los jóvenes mexicanos que digan su nombre. Bernardo para más señas. Pena recordar eso porque ya no sabré como llamar a mi buen amigo Bernardí Roig cada vez que nos encontremos; él por lo menos no es una "patas cagás" (expresión made in Domingo) de ese tipo. En fin, que he añadido al desastre una buena dosis de apocalipsis de ñoñería. Para joderse al cuadrado. En fin, ahora me toca el remate: ayudar a hacer unas decenas de croquetas. O como quiera que se escriba porque ni para eso que queda voluntad.
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jajaja... no me lo puedo creer, estás hecho un valiente, Fernando... te envío ánimos (y un martillo para esa bici del demonio)
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