lunes, 24 de enero de 2011

CHUPAME EL DORADO Y TE COMO EL CULO CAPULLO



Putrefacción.-

Es el signo más seguro de la muerte. El tracto intestinal, plagado de bacterias que eran útiles para la digestión de los alimentos, se transforma en el reservorio séptico del que partirán bacterias móviles que a lo largo de todos los vasos sanguíneos y nutriéndose de su sangre coagulada podrán llegar a todos los rincones del organismo y comenzar allí la putrefacción, o sea la descomposición. A las invasiones bacterianas seguirán invasiones de larvas de insectos que también se hallan en forma de huevos en el mismo intestino que continuarán la labor destructiva en sucesivas hordas de diferentes clases que podrán servir al forense para diagnosticar el tiempo transcurrido desde el óbito. El papel de la sangre coagulada que permite la transmisión de la putrefacción es capital para comprender el porqué, desde la más remota antigüedad los carniceros lo primero que hacen es desangrar al animal, para hacer que su carne tarde más tiempo en comenzar a pudrirse. El hecho de que el animal sin sangre se mantenga más tiempo en estado de pureza hizo que los antiguos judíos considerasen a la sangre humana como algo netamente impuro. La putrefacción libera múltiples substancias con caracteres aromáticos desagradables, como las putrefactina y la cadaverina, que atraviesan las vías aéreas e inclusive la piel del cadáver haciéndolo sumamente pestilente. Para no percibir esto y para acelerar y dar fin al proceso de putrefacción es por lo que el género humano entierra a sus muertos.

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