Un grupo que me moló bastante

A estos tipos los escuché estando yo sólo. A eso de las nueve de la noche del segundo día, cuando ya estaban finiquitados todos los royos. Lo petaron bastante. Del cantante me apunté sus golpes liftados de flequillo y algunos pasos de baile rollo decadente, entre los que se cuentan el salto giratorio de flor marchita sobre una sola pierna, convenientemente utilizado en el concierto de Fatboy Slim. A mis chicas les encanta ese paso, aunque no les hizo tanta gracia a los que tuvieron que soportar mis codazos durante los conciertos. Fuera de mí, allí también entramos a base de labia y geta. El susodicho paso de baile se ve que no les hizo tanta gracia a aquellas murcianas jamonas del primer día, a pesar de nuestros tiquets y acreditaciones que todavía proliferan en mis bolsillos como si de generación espontanea se tratase. Para espontaneidad, la de Domingo Sánchez Zarza, a quien ví varias veces realizar el milagro: levantó a los muertos que dormitaban en la exposición, a base de temazo, y se ve que no pararon de pervivir hasta columpiarse en una de las piezas. Volviendo al primer día en la sala Theatre: entre tanto humo sólo se distinguían Bustamantes recién bajados del andamio (construido a base de maderas corrompidas por Soldout, habría que apuntar). Los poqueros murcianos tienen un nosequé entre judío y pastor de ovejas: destacan por su nariz y anchura de espaldas. Entre las chicas hace tiempo que dejaron de estar de moda los aros gitanillos. Buen plantén, a pesar de nuestro fracaso en calidad de galantes. En cuanto a la vestimenta predominante en el recinto del festival me remito de nuevo al estilo decadente y los golpes liftados medidos con regla y compás.