""No somos los últimos": este comienzo del siglo XXI, a su vez, da capo, parece hacer surgir, en la convergencia de un destino personal y una historia colectiva, inquietos, imprevistos, pero no obstante contenidos por una serenidad semejante, los nuevos capricci de un mundo que se apaga, mientras se dibuja otro reinado. “Nada de gritos, nada de convulsiones, nada más que la fijeza de una cara pensativa”, escribía Flaubert. “Puesto que los dioses ya no existían y Cristo todavía no existía, entre Cicerón y Marco Aurelio hubo un momento único en el que sólo existió el hombre. Y no encuentro esa grandeza en ningún sitio.””
(Jean CLAIR)
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