domingo, 7 de febrero de 2010

El marxista alegre

Entre una especie de marxismo alegre y una suerte de surrealismo comprometido se movió siempre Henri Lefebvre, aquel luchador con algo de galán maduro, el pelo abundante y el suéter de cuello blanco, la expresión fornida y la frente con tres arrugas como la visualización de los tres cerebros que él manejaba para pensar y escribir.
(...)
Lo que salvaba a Lefebvre es que se movía siempre entre varios frentes y entre varias mujeres. Por eso ni el surrealismo ni el comunismo ni la política ni el sexo acabarían con él. Hombre de acción, o de pensamiento en acción, añora siempre el sabor y el olor de la vida, que él formula como “calidez”, y eso es lo que le humaniza y nos lo hace cercano y emocionante. Siempre, en la lectura, filósofo nuevo, no “nuevo filósofo”. Ni en España hay 150 como él.

de Francisco Umbral: "Lefebrvre. El marxismo alegre". Publicado en El Mundo (6/3/99)

No hay comentarios:

Publicar un comentario