Cuando arribé por primera vez a Nueva York me dirigí, como mandan los cánones, al Moma, al Met, a Chelsea, al puente de Brooklyn, a Central Park... pero una noche mágica entramos en un garito inmundo del Village y vimos en directo a Moe Holmes. Yo no le conocía, a la vuelta indagué y supe que era una leyenda viva del blues. Aquel día le metían en volandas al escenario porque no podía ni andar. Parecía tremendamente viejo, no tenía ni dientes, pero nos regaló una noche inolvidable; nunca había visto cantar a nadie con tantas ganas, tanta emoción y tanta fuerza.
Hoy lo busco en Google y veo que se ha muerto.
Aquí canta con Eric Hayes que, recientemente, le homenajeó con otros blues man...
sábado, 27 de febrero de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario