Esta noche me enfrasqué en un suenho donde el reflejo del dolor en la mano, del instante en el que Julia me perforó con sus caninos ha quedado marcado en la memoria del dolor. En esta ocasión si cambia la temperatura siento renacer el momento vivido, lo curioso del caso, es sentir otra vez a través de los suenhos en contacto con la dispersión del momento y la lesión.
Entre uno y otro extremo la luz dura el instante exacto lo apenas suficiente para cruzar de lado a lado la hendidura de todo queda un resto un remanente rumor de eternidad tan apenas perceptible como el segundo en blanco repentino que al anunciar el cambio de estación también enuncia la cercanía del fin el desenlace de lo que ya sin ser está yaciendo
W. Blake
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