miércoles, 12 de diciembre de 2012






volver a escribir con ambas manos es retornar a las tormentas de ideas para bizarro. el viernes pasado fue mi obra invisible solicitada por el ITAE y bueno, aquí algunas imágenes facilitadas por Ilich. Fue una experiencia con un carácter de ritual donde académicos, estudiantes y público en general (policía incluida) participó. Fueron cuatro horas en el agua dictando una clase académica en el más estricto sentido en un contexto que ponía en crisis todo lo que decía. Uno de los momentos donde la empatía entre todos nosotros encontró su lugar (salvo para los policías) fue cuando el público empezó a ingresar a la piscina. Fue ahí donde el ritual adquirió el sentido buscado. Mi clase la dicté en tres momentos: el primero, cuando descubri un circulo bajo el monumento de guayasamin que parecia spa y donde hice tiempo recostado en una toalla hasta que estuviese la oscuridad apropiada para las proyecciones. con un microfono inalambrico iba haciendo una especie de adivinación de las imagenes que Ilich iba proyectando y describiendo en el muro del proscenio del monumento y que, obviamente, no veía. la parte dos, fue seguir dictando la clase, ya en plena piscina, paseando de un lado a otro, observando las imágenes pero también hablando desde abajo de la estructura de concreto (donde todos los asistentes estaban ubicados), la que me daba unos 30 centimetros de aire para poder responder desde ahí dudas y donde nadie me veía salvo escuchar espectralmente mi voz. la tercera parte fue una pausa para el público, momento que aproveche para invitarlos a meterse a la piscina junto a mi (lo que está estrictamente prohibido, porque sólo yo tenia autorización) como modo de que ellos también se hiciesen pàrtícipes de mi privilegio. y por supuesto, muchos (bastantes) lo hicieron lo que implicó que llegara la policía y todo lo que pueden imaginar que sucedió. mientras, entre tanto caos, seguía hablando desde mi micrófono inalámbrico, alentando a jamas dejarnos de transar por practicar la creatividad. finalmente, la policía acordó que volviera a quedar yo sólo en la piscina donde terminé agradeciendo a todos la especial y única experiencia de subvertir conjuntamente un monumento importante de guayaquil mientras académicamente realizaba una clase magistral sobre esa pregunta que da comezón: la del sentido por el arte. A los días de ocurrido esto, me llevó a reflexionar su anverso y ayer hice otra obra invisible al respecto: fui donde una curandera indígena en el mercado para que me practicase un ritual llamado "quitaespantos". otra experiencia maravillosa.

nota: si la policía se hubiese salido con la suya, la obra invisible debería haber tenido por título "expreso de medianoche"(sic), así que armando que increíble cómo te la jugaste cuando todos estaban en el agua, para que nadie terminara entre una de las miticas rejas del continente.

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