“Esta cocina bizantina influyó las cocinas del Oriente europeo hasta Praga y Varsovia. En Praga se cocinó con mucho condimento de vino dulce y pan de especias, y se mueren por los picadillos. (Todos los picadillos vieneses vinieron de Praga) La cocina eslava, con sus sopas de trigos, sus roscones borrachos y sus faisanes en mermelada de ciruela, le debe lo suyo a Constantinopla” (Ibidem).
“cada catro ostras, roer unha tostadiña de pan torrado con manteiga, para neutralizar as papilas gustativas” (1973: 68).
“alguén dixo que un lebrato morto pouco despóis de se tere alimentado coa herba quente e aromatizada da montaña, dá tal aroma ao cociñalo que embalsamaría unha eirexa” (1973: 124), de la becada “cuando
se la cocina, reviven estos claros del otoño: es como llevar al paladar el otoño del bosque” (1986: 196) o hablando del corzo, “a xesta que come, penetra [...]
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