sábado, 23 de abril de 2011

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Me llama la atención las intros con un epígrafe. No crean que los jorobo, yo también hago uso de ellas. Es la fuerza de la costumbre. Tal vez presión social. El manual de Carreño. O la estética de las cursivas en vez de las comillas. Dejo abierta la nómina. Sin embargo, son las obras de arte, las experiencias artísticas, sus paradigmas, paradojas o contradicciones las que en verdad sitúo al comienzo de mis textos. Y obviamente, en mis obras visuales. Ahora, tras la intercesión de Didi-Huberman de reconsiderar la manía del finado Warburg, al igual que la del difunto Brecht por expresarse mediante monos, pueda ser que este afán de colocar un mono-epígrafe sea leído como algo más que una ilustración o frontispicio tipo marvel comics group. No sé si este ejemplo sea el más atinado porque las portadas de los Romita, Kirby, Ditko, Sienkiewicz, Buscema, Steranko o McFarlane la llevan. Aunque creo que entendieron lo que quería decir.

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