domingo, 10 de abril de 2011

12 horas de vuelo y un dolor de culo, cuello y espalda de órdago. Guayaquil me recibe con rayos y lluvia. Frío en el avíon y ahora el aire acondicionado suena rarísimo en la habitación del Hotel Ramada. Me asomo a la ventana y solo veo oscuridad. Aquí no hay, de momento, vigilantes con chalecos anti-balas. Las calles desiertas. De pena.

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