Mientras detengo el zapping en el reality show “Work of Art: The Next Great Artist” (2010, Bravo Channel), una competencia donde catorce artistas deben superar pruebas semana a semana para conseguir cien mil verdes y una exhibición en el Brooklyn Museum, continúo redactando algo del por qué puedo resistir la mezquindades del buzz artístico local.
Los Prisioneros, una emblemática banda de la música popular chilena, intepretan ¿Por qué no te vas del país? (La cultura de la basura, EMI, 1987), una canción que habla sobre la gente que cree que su país es inferior a los desarrollados y los insta a cambiar de actitud o irse. No necesariamente me la cantan cuando me quejo del asfixiante ambiente cultural de Chile, que es mi territorio habitual. Sin discurtir que mi formación es formalmente académica y dirigista, el personal interés por el sentido del arte me ha situado en una postura crítica hacia el entorno académico y artístico al que considero cínico. Y donde el artista y el deseo por el arte muere no sólo por la falta de recursos sino, que es lo peor, por fuego amigo.
La impostura de las élites directivas de la cultura están seriamente desconectadas de los problemas del arte en los que actúan, y los más jóvenes se percatan de ello aunque terminan acomodándose a los patrones autistas de los modelos jerárquicos basados en la autoridad posicional, política y artística, evitando así ser alcanzados por el fuego cruzado. En el ámbito de la educación artística, los datos son reveladores: desde la promulgación de la ley general de universidades (1981), las ciencias sociales, las humanidades y las artes son prescindibles para el desarrollo del país, debiendo existir en la medida que sean autosustentables económicamente.
Y esto significa, subsistir condicionando una a las otras de modo parecido a la escena donde el Joker (tras eliminar a Gambol, haciéndose pasar por muerto) ofrece trabajo a los matones sobrevivientes del capo de la siguiente manera : “Now, our operation is small, but there's a lot of potential for "aggressive" expansion. So, which one of you fine gentlemen would like to join our team? Oh, there's only one spot open right now, so we're gonna have ... (rompe un taco de billar con la rodilla) … tryouts… (lanza los trozos del taco a los ladrones) … Make it fast”.
La cuestión jurídica de 1981 (sus modificaciones de 1990 y las del cambio de siglo), supongo, permite precisar los procedimientos y comportamientos empleados por artistas, filósofos, teóricos del arte y cientistas sociales que llaman la atención por el modo tanático de articular las posiciones en la escena. No es de extrañar que las élites sigan desconectadas con los problemas del arte, explotando sólo el nicho de lo conocido, y las sociedades artísticas continúen fracturadas sin querer asumir las razones y argumentos de su condición.
Si agregamos que los fondos estatales de creación e investigación están descentralizados y la ley que estimula la intervención privada en el financiamiento de proyectos artísticos y culturales es menos rentable que las franquicias tributarias que financian gastos electorales, espectáculos masivos y otras áreas distintas a la cultura, queda claro que el aporte de esta letal combinación jurídica son conclusiones preocupantes. Como el tener que soportar (o ignorar) el panorama de matonaje artístico por más tiempo del presupuestado. No por nada, muchos conocen el lugar que habito como “la pequeña Irak”.
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