viernes, 15 de abril de 2011

MI MANZANO DA FRUTA PARA EL DIABLO, Y CON LA MISMA PIEDRA CALIENTO TU CULO


EL MAXIMO GALARDON EN EL FALDON DE LA CATEDRA DOMINGO SANCHEZ, EL ESTILO GRAFICA DE LA PASION DEL PASILLO FUNDIDO EN NEGRO Cuatro hexágonos, el auto más hermoso del mundo
IV. Pescado in fraganti con una erección, hablándole con lenguaje soez a Mr. Ed. OK, fin a mi vida como robot adolescente. Con el Fiat Iava 128 pistero, butaca inflable, tomé ruta 7. Km. 37, Jose C. Paz una colegiala luciendo pollera escocesa bastante estricta; negro, rojo, sobre fondo blanco –colores que en la naturaleza indican peligro o presencia de veneno– hace dedo con un cártel donde se lee "Galaxia". Era un dibujito olvidado por el diablo, que procedentemente no pude dejar pasar. En la cabina, tras la charla sobre logaritmos, la chica solicita que nos detengamos en una estación de servicio abandonada. Aproveché para revisar la mochila defendida por Pikachu, pues algo no cerraba en este balance. Todo ser humano es ligeramente radioactivo, pero cubierto por excesivas bombachitas de colores di con un pequeño contenedor de torio 234. Pensé en un ataque terrorista asimétrico. Pensé en bombas sucias y Baader-Meinhoff.

En pleno Serengeti pampeano, justo antes de que inquiera a la joven sobre el hijo radiactivo torio 234 (tenía una vaga idea de que no era el más peligroso de los elementos, tampoco el más amable) un ciervo enano, un dik-dik para los puristas, se cruzó como un espectro delante del Iava, senza luce. ¡Del ojo izquierdo le brotaba fuego!

- ¡Hemos llegado a Venado Tuerto!- exclamé.

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