martes, 26 de abril de 2011

grafiteros y "plantilleros"



banksy in the museum
No consigo acordarme de mucho más. Sólo de que el calor que noté en mi cara me hizo tomar presencia de lo que ocurría (tan cerca estaba que se me chamuscaron las pestañas.) No puedo quitarme aún el olor a gasolina de las manos. Lo llenaba todo.
Pero el que martillea mi mente es el de la sangre. Ignoro por dónde empecé. Lo cierto es que, a mis pies, tenía varios metros de intestino delgado, perfectamente enrollados. El hígado, aún caliente, estaba al lado. Parte del ennegrecido pulmón reposaba entre el intestino. Apreté con tanta fuerza el cuchillo que me marqué la mano, aunque no se si fue cuando les mutilaba, antes de pegarles fuego, o cuando me rebané la lengua frente al espejo.

Ya voy mejor. No sangro, aunque el sabor metálico a veces aparece. La mano iba bien, hasta que me peleé en las duchas. Perdí dos dedos. El otro perdió la garganta. No saben si vivirá. Me castigaron varios días en el horno.
Hace mucho que no vienes a verme. ¿Ya no te gusto? ¿Algo te incomoda?

Lo malo de no tener lengua es que no te puedo llamar por teléfono.

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