"el discurso sobre la difuminación entre las jerarquías culturales, al igual que el discurso sobre la difuminación de los géneros artísticos [...] tenía sentido hace tiempo porque se decía que la baja cultura era más interesante que la alta, porque traía un mensaje más crítico, más relevante, incluso estéticamente mejor. Pues bien, ese discurso, a día de hoy, se ha convertido en un argumento publicitario para vender cualquier objeto. Incluso Antonio Banderas puede considerar que su cine transgrede géneros. Este discurso repetido en los medios, se acaba convirtiendo en una de las aportaciones del lenguaje de la estética contemporánea al progresismo socialdemócrata, entendiendo por progresismo la visión de la historia como un proceso en el que cada vez se van consiguiendo más libertades [...] la pregunta por la calidad tiene el trasfondo de que antes en algún momento había autoridades respetadas, y todo el mundo lo tenía claro. Es decir, nuevamente ilusión de las jerarquías: más progreso y liberalismo. [...] Yo diría más bien que el ámbito en el que realmente vale todo es la tradición. Cuando digo tradición no me refiero a la producción específica de obras sino más bien a las razones que dan los especialistas en un campo cultural para justificar la pertenencia de una obra a un canon, o su relevancia histórica. Si uno coge la Historia de la literatura española de Rico desde el primer volumen hasta el XII, lo que ve es que vale todo, de que cualquier criterio es legítimo a al hora de introducir una obra literaria en el canon [...] No hay ninguna coherencia transhistórica, ningún valor de autoridad permanente; lo que hay es una sucesión de personas que han ocupado lugares de poder y que, usando el mismo término, entonan argumentos incompatibles entre sí." (Fdz Porta. Quimera 320/321)
sábado, 23 de abril de 2011
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