sábado, 7 de agosto de 2010

El interés de Lacan por la dimensión visual de la paranoia problablemente fue estimilado por Clérambault cuyas propia inquietudes visuales atesoraban una intensidad extraordinaria. Por ejemplo, preparó y recopiló unas cuatrocientas fotografías de figuras drapeadas durante sus viajes a Marruecos. En la clínica de este el culto a la mirada llegó a su paraxismo. En Clérambault, el arte de la observación se mezclaba con una historia del ojo revisada por Charcot y corregida por Roussel. Carente de clientela privada, paso su vida perfeccionando su ojo de águila; manipulaba y observaba la enfermedad sin ni siquiera escucharla. No obstante, Clérambault se reservó su más drástica acción visual para el final. Tras perder la vista a consecuencia de unas cataratas, el 17 de septiembre de 1934 decidió acabar con su vida. Sentado en un sillón frente a un espejo, se disparó en la boca. En un documento encontrado tras su muerte, invitaba a examinar sus ojos a cualquier colega que tuviera interés en ello.

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