domingo, 11 de julio de 2010

en el intermedio Ernesto contempla extasido "Moloch" de Sokurov mientras yo anoto una vieja edición alemana de las Meditaciones cartesianas de Husserl. Hemos decidido pasar del partido de España y entregarnos a tareas eruditas y dignas de gente con un mínimo de cultura. Hemos sacado a la ventana una bandera de Albacete y dos pancartas programáticas: "De lo que no se puede hablar es mejor guardar silencio" y "Si P entonces Q". La indiferencia arrogante de los vecinos del ático de enfrente y el desvario consuetudinario no consiguen herir nuestra romántica sensibilidad. El mundo del solipsista es independiente de los avatares futboleros, la vida tiene un precio, ética y estética son lo mismo: la visión del mundo sub specie aeternitatis. Nos hemos comprado unos tapones de silicona para que el fragor infame y desnortado del mundo no arruine nuestros placeres introspectivos. Que se joda la roja. Larga vida al palindromo, al oxímoron y a la hiperbole. Abajo la anástasis y, sobre todo, que, ahora que tengo conexión a Canal +, algún santo partisano de las causas perdidas corte la emisión antes de que Sergio Ramós, con el cuello crispado como si le penetraro algo por el orto conclusivo, pida auxilio a los cielos. Eso, pedazo de ignorante, está cerrado a cal y canto desde los tiempos de Eurípides. En fin, os mandamos una ración enorme de profundo desprecio porque vamos a ser los únicos héroes ascéticos, los verdaderos custodios de un saber inmemorial. Es ahora, en este trance, patriótico donde hay que demostrar que hemos aprendido algo del ateísmo. ¿Dónde dejais, cabroncetes, el nihilismo y la filosofía de la sospecha, la deconstrucción y la destrucción de la onto-teología? ¿Para esto hemos tenido la secularización, la desamortización y el Pacto de la Moncloa? ¿Para que once zopencos os manipulen? Lloro, más que el rey moro de Granada, por una fortaleza (del lenguaje crípto-retórico-filosofal) vacía. Nuestro reino, como siempre, no es de este mundo. Desconecto. De verdad.

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