sábado, 17 de julio de 2010

APRÉS FAT POSSUM




Lennon se las traía. Incluso en una película de matinée como la de Sam Taylor-Wood (Nowhere Boy, 2010). El enlace arty con Yoko Ono lo enrola en el vértigo Fluxus. Donde lo jugado, por decirlo de algún modo, era rescatar el formato antiarte de las vanguardias pero descomplicados de las pretensiones distópicas. Así, los Lennono se hacen cargo a su manera (como cualquier fluxus lo haría) releyendo la fatalidad utópica y la densificación conceptual del arte del siglo pasado explorando los atributos singulares, la excentricidad de sus personalidades y el caos de la causa y efecto por pasarla bien. En esas tardes, cuando la resaca está lo suficientemente templada para urgetear en la discografía de ex-beatle, encontrarás más de algún chiste de Maciunas sobre cómo cualquier objeto o cualquier cosa puede atraparte como potencial instrumento de conciencia artística.

Cfr. Dellamorte dellamore (Michele Soavi, 1994)

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