sábado, 17 de julio de 2010

John, ¿en qué estabas pensando?




Como cualquiera que tuviese un mínimo de sensibilidad y creciese en los 90, yo también canté (y sostuve) aquello de «la culpa de todo la tiene Yoko Ono».

Pero el caso es que me hice con un disco del sello Fat Possum (aquéllos que crean que el blues está muerto, que hoy en día no es más que una impostura en manos de cuatro blanquitos sofisticados que terminaron de rematarlo con virtuosismo, clichés y demasiada reflexión, que le echen un vistazo al catálogo de ese sello): el fabuloso —y «soulero»— «I just want to be held» de Nathaniel Mayer. Entre otras joyas contiene una versión de un tema de John Lennon: «I found out». Juzguen ustedes mismos:

Preso de la emoción me dirigí a averiguar en qué disco de Lennon estaba dicha canción (y, ya de paso, comprobar si la interpretación era tan fiera como la de Nathaniel). El tema está incluido en un álbum de 1970 titulado simplemente «Plastic Ono Band». Madre de dios. Qué disco. Para empezar la interpretación de Lennon es perfecta y se saca de la manga un bluesazo que ya está en mi particular Olimpo del género:

Pero es que todo el disco suena de maravilla. Bastante moderno, de hecho. Jon Spencer Blues Explosion o el mismísimo Beck seguro que aprecian ese sonido de batería. Algo de culpa tendrá en ello Phil Spector, claro. Ahora mismo me parece mejor que varios discos de los Beatles (tampoco me tomen demasiado en serio, saben que soy fácilmente impresionable). La mayoría de los temas son medios tiempos, con letras bastante depresivas, pero en el que no hay nada que sobre, instrumentación desnuda (demonios, ¡hay canciones sin guitarras!) pero con músculo. Insisto, el sonido de la batería me parece acertadísimo. Por cierto, también se incluye la canción «God» que hace unos años se hizo famosísima por un anuncio de coches.



Estoy seguro de que el disco suena tan bien porque no hay ni rastro de Yoko Ono. Sé que hay quien tiene en alta estima la obra de esta mujer. No quisiera ofender la sensibilidad de gente a la que aprecio ni decir palabras gruesas, pero, tras mucho meditarlo, me parece que su aportación a la cultura occidental está ligeramente por debajo de la de un anuncio de brandy Soberano o una velada estival amenizada por Arévalo en el Casino Gran Madrid (Torrelodones).

Pero, hagan el favor, quédense con lo del sello Fat Possum y el mencionado disco de Lennon.

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