domingo, 18 de julio de 2010

Heterodoxo, la canción de John Lennon suena bien, lo que no quita que tu juicio sobre el papel que juega Yoko Ono en la cultura contemporanea sea no sólo exagerado, sino improcedente y fuera de lugar (independientemente de su presencia o ausencia en la música de Lennon). De Ono ví hace un par de años una pieza bastante interesante en el Museo Wolff Vostell en Malpartida de Cáceres. Se trata de un cuadro de metro y medio de alto por medio de largo, todo él pintado de blanco, con una pequeña incisión en el centro a través de la cual crecía una planta que se encontraba plantada en un macetero tapado por el cuadro. La pieza era de los años 70 y era interesante comprobar la suave pátina que iba dejando la vida de la planta sobre la superficie inmaculada del lienzo, así como el gesto de acercamiento que había realizado con el paso de los años la planta que crecía en dirección del foco que iluminaba la pieza. Así, se creaba una tensión entre el entorno y la obra que permitía comprenderla en su localización museística, del mismo modo que conceptualmente suponía una revisión del gesto duchampiano. En este caso no era un ready made, sino un verdadero making out. Se trataba de una obra de arte viva, que había que podar y replantar cuando fuera necesario. Tiempo después estuve leyendo un libro suyo de lo que denominaré "poemas performativos". En ellos simplemente se proponía una actividad a realizar, algunas de las cuales se resumían en la lectura o escritura del propio poema. Un lenguaje sencillo, funcional y en buena medida inquietante. No he tenido el placer de ver nada más de la japonesa, pero creo firmemente que tiene bastante que ofrecer.

Personalmente, nunca me he interesado mucho en los Beatles. Tal vez por esta razón no he querido ver en ellos otra cosa que una panda de guapitos canta-baladas, con una música ciertamente blanda en comparación, por ejemplo, con los Rolling. En lineas generales, un grupo que ya preludia los peores y más pasteleros momentos del pop. No me cabe, en este sentido, la menor duda acerca de cual es la raiz fundamental de su aportación a la cultura: dieron un impulso al fenomeno fan sin parangón en la historia del espectáculo. La verdad es que los Beatles tienen mucho que agradecer a Yoko Ono, quien propició su mitológica separación, del mismo modo que John Lennon tiene que dar gracias a su asesino que le dotó del mejor regalo que puede tener un "artista" joven y pendenciero: una no menos mitológica muerte; del mismo modo que Salinger debe agradecer que el susodicho asesino llevara su libro en el momento del asesinato, y así ad infinitum.

1 comentario:

  1. Yo no estoy de acuerdo con eso. Soy de los que apoyan la famosa frase: "La culpa fue de Yoko Ono", pero en un sentido positivo. ¡Qué bien que la culpa fuera de Yoko Ono! Desde un punto de vista artístico Los Beatles no tienen nada que agradecerle a esta mujer. El que sí que tuvo que agradecerle mucho fue John Lennon. Yoko Ono tendrá su importancia como artista, pero también la tiene como la mujer que cambió a John Lennon. Porque el amor te cambia y te hace evolucionar y eso es precisamente lo que sucedió. No podía ser de otra manera. Y lo de que John Lennon tiene que dar gracias a su asesino... Para empezar, no entiendo lo de las comillas en artista, creo que es una falta de respeto hacia él. Y fue una tragedia, porque este hombre habría seguido componiendo música, a saber si nos hemos perdido algo bueno por un hijo de puta sin escrúpulos. Creo que el mejor "regalo" que un joven artista (un artista de verdad) puede tener relacionado con la muerte es el de su propio suicidio. Porque por lo menos lo decide él... E incluso eso es una falta de responsabilidad tremenda hacia la humanidad.

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