Mi geta va a ser la que anuncie el grado de filosofía de la UAM. Me habían dicho que buscaban una cara joven... En definitiva: unas chicas vinieron con una cámara y me hicieron varias preguntas convencionales a las que, por extraño que parezca, no tuve respuesta: ¿Cual es tu filósofo favorito? ¿Alguna experiencia inolvidable de la carrera? No sé si dije que Adorno era mi filósofo favorito, lo que sí que recuerdo es que hablé mucho de Marx, y algo de Rousseau. No tengo filósofo favorito, ni tampoco corriente de pensamiento, ni orientación filosófica. Más tarde, charlando con Ivan de los Ríos (joven profesor de Contemporanea I), dije que en realidad me interesaba todo menos la filosofía analítica. Ahora mismo voy a desdecirme, momentaneamente. Después de una semana durmiendo acompañado del Compendio de Ética de Peter Singer, he de decir que la filosofía analítica es como un pariente lejano del que no sabías de su existencia o el lado oscuro de la existencia filosófica: cuando abres un libro de esta calaña no hay excesivas espectativas iniciales y por ello no es muy dificil quedar medianamente satisfecho.
Un tipo que me cae bien es Daniel Dennett. Un personaje sincero que abole el uso de la jerga filosófica un tanto inclasificable. Bromea diciendo: "soy algún tipo de 'teleofuncionalista', desde luego, puede ser el 'teleofuncionalista' original"; para más tarde desdecirse: "estoy preparado para salir del armario como algún tipo de verificacionista." Además tiene un espíritu crítico. Se puede decir que incluso tira piedras contra su propio tejado. Y eso me gusta:
"El trillado estereotipo de los filósofos discutiendo apasionadamente acerca de cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler no es mucho más ridículo que su versión más moderna: la disputa de si los zombis -que todos admiten que son seres imaginarios- son (1) imposibles desde el punto de vista lógico; (2) imposibles desde el punto de vista metafísico; (3) imposibles desde el punto de vista físico; o (4) simplemente de existencia improbable."
Lo que desde luego es innegable es que los susodichos no-muertos han sustituido a las invasiones alienígenas dentro del imaginario distópico colectivo. A partir de películas como Resident Evil "el enemigo destructor de toda forma de Humanidad" dejó rápidamente de identificarse con una raza superinteligente y maquiavélica de alienígenas implicados en tareas rutinarias de dominación, exterminio y explotación de nosotros, pobres terricolas de coeficiente intelectual 100. La figura distopica par excelence pasó a ser la propia memoria subyacente de la humanidad resurrecta el día del juicio final bajo su formal corporal y absolutamente subnormalizada. El zombie encarna al consumista compulsivo: movimientos adormecidos, lentos pero continuados (nunca he visto un zombie sentado a descansar), avanzan en manadas de acuerdo con la tendencia generalizada, continuamente insatisfechos y en busca de su objeto. Una vez se encuentran cerca de él sus movimientos se tornan veloces y furiosos. Además, el zombie no es sólo un retrasado mental en el cual las funciones de computación controlada operan de manera automática e inconsciente, no sólo es un idiota cabal, sino un dispositivo de idiotización colectiva: consume los cerebros de los otros (¿y para qué los querrá?, nos preguntamos nosotros). Así pues nos encontramos que la estrategia racional de dominación maquiavélica, puesta a punto por los alienígenas, fue finalmente sustituida por la horda de los sin memoria, de los muertos, esos ecoproletarios del siglo XXI: los zombies. Gente despreciable, vaya, filósofos de la ciencia, lógicos y analíticos.
Un tipo que me cae bien es Daniel Dennett. Un personaje sincero que abole el uso de la jerga filosófica un tanto inclasificable. Bromea diciendo: "soy algún tipo de 'teleofuncionalista', desde luego, puede ser el 'teleofuncionalista' original"; para más tarde desdecirse: "estoy preparado para salir del armario como algún tipo de verificacionista." Además tiene un espíritu crítico. Se puede decir que incluso tira piedras contra su propio tejado. Y eso me gusta:
"El trillado estereotipo de los filósofos discutiendo apasionadamente acerca de cuántos ángeles pueden bailar en la cabeza de un alfiler no es mucho más ridículo que su versión más moderna: la disputa de si los zombis -que todos admiten que son seres imaginarios- son (1) imposibles desde el punto de vista lógico; (2) imposibles desde el punto de vista metafísico; (3) imposibles desde el punto de vista físico; o (4) simplemente de existencia improbable."
Lo que desde luego es innegable es que los susodichos no-muertos han sustituido a las invasiones alienígenas dentro del imaginario distópico colectivo. A partir de películas como Resident Evil "el enemigo destructor de toda forma de Humanidad" dejó rápidamente de identificarse con una raza superinteligente y maquiavélica de alienígenas implicados en tareas rutinarias de dominación, exterminio y explotación de nosotros, pobres terricolas de coeficiente intelectual 100. La figura distopica par excelence pasó a ser la propia memoria subyacente de la humanidad resurrecta el día del juicio final bajo su formal corporal y absolutamente subnormalizada. El zombie encarna al consumista compulsivo: movimientos adormecidos, lentos pero continuados (nunca he visto un zombie sentado a descansar), avanzan en manadas de acuerdo con la tendencia generalizada, continuamente insatisfechos y en busca de su objeto. Una vez se encuentran cerca de él sus movimientos se tornan veloces y furiosos. Además, el zombie no es sólo un retrasado mental en el cual las funciones de computación controlada operan de manera automática e inconsciente, no sólo es un idiota cabal, sino un dispositivo de idiotización colectiva: consume los cerebros de los otros (¿y para qué los querrá?, nos preguntamos nosotros). Así pues nos encontramos que la estrategia racional de dominación maquiavélica, puesta a punto por los alienígenas, fue finalmente sustituida por la horda de los sin memoria, de los muertos, esos ecoproletarios del siglo XXI: los zombies. Gente despreciable, vaya, filósofos de la ciencia, lógicos y analíticos.
LA PAIDEIA GRIEGA DE CRISTO: La semana santa es tiempo de recogimiento, meditación, ejercicios espirituales y rectificación: La paideia griega tenía como propósito educar a la juventud en la virtud (desarrollo de la espiritualidad) y la sabiduría (cuidado de la verdad), mediante la práctica continua de ejercicios espirituales, a fin de prevenir y curar las enfermedades del alma (cultivo de sí). El educador, utilizando el discurso filosófico y la discusión de casos y ejemplos prácticos, más que informar trataba de inducir transformaciones buenas y convenientes para si mismo y la sociedad, motivando a los jóvenes a practicar las virtudes opuestas a los defectos encontrados en el fondo del alma a fin de adquirir el perfil de humanidad perfecta (cero defectos) __La vida, ejemplo y enseñanzas de Cristo coincide cien por ciento con el currículo de la filosofía griega. Y por su autentico valor pedagógico, el apóstol Felipe introdujo en los ejercicios espirituales la paideia de Cristo (posteriormente enriquecida por San Basilio, San Gregorio, San Agustín y San Clemente de Alejandría, con el currículo y la metodología de los filósofos greco romanos: Aristóteles, Cicerón, Diógenes, Platón, Séneca, Sócrates, Marco Aurelio,,,), a fin de alcanzar la trascendencia humana (patente en Cristo) y la sociedad perfecta (Reino de Dios). Meta que no se ha logrado debido que la teología judeo cristiana fruto de la unión de la paidea de Cristo con Antiguo Testamento, al apartar la fe de la razón, castra mentalmente a sus seguidores extraviándolos hacia la ecumene abrahámica que conduce al precipicio de la perdición eterna (muerte espiritual)__ Es tiempo de rectificar y retomar la paideia griega de Cristo, separando de nuestra fe el Antiguo Testamento y su teología fantástica que han impedido a los pueblos cristianos alcanzar la supra humanidad. Pierre Hadot: Ejercicios Espirituales y Filosofía Antigua. Editorial Siruela. http://www.scribd.com/doc/33094675/BREVE-JUICIO-SUMARIO-AL-JUDEO-CRISTIANISMO-EN-DEFENSA-DEL-ESTADO-LA-IGLESIA-Y-LA-SOCIEDAD
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