domingo, 20 de junio de 2010
La obra de arte es un fin en si mismo reificado. Esto es: hace estallar la revolución en el reino de las cosas para instituir el reino de los fines en calidad de tensión autodestructiva. “La revuelta perenne del arte contra el arte tiene su fundamentum in re. Si es esencial para las obras de arte ser cosas, no menos esencial es para ellas negar su propia coseidad, y de este modo el arte se dirige contra el arte. La obra de arte completamente objetivada se congelaría como una mera cosa; la obra que se sustrae a su objetivación retrocedería a la impotente agitación subjetiva y se hundiría en el mundo empírico” (Adorno)
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