viernes, 4 de junio de 2010
asunto de difícil solución. En la típica bolsa de regalos "institucionales" en el Hotel (enviada por cortesía infinita del Museo de Arte Moderno) me encuentro junto a un catálogo dos libros gordos, uno de ellos recoge un vademecum de lo políticamente correcto y es un documento entre vomitivo y absolutamente hilarante. Menos mal que también meten algo nutritivo o, por lo menos, espiritual: una botella maravillosa de mezcal murciélago. 100% agave silvestre. 40% de alcohol. Transparente total, sin gusano ni chorradas. Lo malo es que no facturaré esta noche maleta. He venido con el kit de supervivencia: un calzoncillo, un par de calcetines y dos camisas, cuatro libros y el mini-ordenador con cable de alimentación con el que escribo. (En aduanas no dabán crédito de que viajara hasta México tan "ligero de equipaje"). Por tanto no puedo pasar la jodida frontera con la botella porque me la decomisarán. ¿Qué hago queridos antropófagos? Me la pinto en solitario y agarro el pedo del siglo XXI. Me tomo un par de tragos y se la regalo al primero que pase. La llevo al museo y agradezco el regalo. Pido que me la manden por mensajería internacional. Como quiera que sea me será imposible invitaros a un vaso del elixir pero, a pesar de todo, imaginad que brindamos juntos gracias a la red y nos reimos como es nuestra costumbre. Desde México con amor. Insomne y cansado.
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