miércoles, 13 de febrero de 2013




"llegar a puerto con las velas rasgadas" es una máxima pirata celebrada por todos los que andamos por aca y alla, otra podria ser "no prisoners" pero siempre creí que esa no era la forma de iniciar la conferencia sobre la estetica de la coqueteria e infidelidad y arte prepararda para la UAM (Madrid). Para el Master de la UCLM (Cuenca) había pensado en la célebres normas de las precipitaciones conceptuales a propósito de la dialectica del ordo amoris. veré si puedo recalendarizarlas. cuento todo esto porque ayer, saturado de muchas cosas, queria degustar algo de piratas pero nada de hackers y hacktivismo sino algo como las películas "el pirata burlón", "el capitán sangre" o esa delicia adolescente "the crimsom permanent assurance". finalmente terminé leyendo "peter pan". dejé, por un momento los libros de mi amigo castro flórez o los fantasmas de arrabal y topor, y citando a barrie: 

"Como es lógico, los Países del Nunca jamás son muy distintos. El de John, por ejemplo, tenía una laguna con flamencos que volaban por encima y que John cazaba con una escopeta, mientras que Michael, que era muy pequeño, tenía un flamenco con lagunas que volaban por encima. John vivía en una barca encallada del revés en la arena, Michael en una tienda india, Wendy en una casa de hojas muy bien cosidas. John no tenía amigos, Michael tenía amigos por la noche, Wendy tenía un lobito abandonado por sus padres; pero en general los Países de Nunca Jamás tienen un parecido de familia y si se colocaran inmóviles en fila uno tras otro se podría decir que las narices son idénticas, etcétera. A estas mágicas tierras arriban siempre los niños con sus barquillas cuando juegan. También nosotros hemos estado allí: aún podemos oír el ruido del oleaje, aunque ya no desembarcaremos jamás.
De todas las islas maravillosas la de Nunca jamás es la más acogedora y la más comprimida: no se trata de un lugar grande y desparramado, con incómodas distancias entre una aventura y la siguiente, sino que todo está agradablemente amontonado. Cuando se juega en ella durante el día con las sillas y el mantel, no da ningún miedo, pero en los dos minutos antes de quedarse uno dormido se hace casi realidad. Por eso se ponen luces en las mesillas."

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