martes, 12 de febrero de 2013




el viaje debia ser fugaz, en menos de unas horas debia irme del país y encontrar vuelos que me impidieran pernoctar o amanecerme en los aeropuertos. eso significaron tres aviones y sus costos por solicitarlos a ultima hora y sobrevendidos algunos. estaba no viviendo mi propia secuencia a lo hitchcock sino intentando llegar a mi hogar lo mas rapido posible. miraba mi tatuaje de lacan, que muchas cosas me decia y durante todo esos momentos estuve paradojicamente corriendo para no perder tren (ave), bus y avion alguno, donde el checking siempre fue en las oficinas de las aerolineas. sabia que iba al fin del mundo y asumiria su costo. la aventura de ir y venir en un par de horas entre extremos geopoliticos me recordo los periplos de fernando: 
"Estamos atravesando, aparentemente, el mar en calma de la ultra-banalidad, acaso el territorio más peligroso de todos, en el que puede acontecer un naufragio patético. En una acelerada clonación del imaginario artístico termina por imponerse el modelo de la diversión con una suerte de recuperación del estilo camp (ese kitsch neo-ingenuista que no responde tanto a los vapores místicos cuanto a un cinismo terminal) que, sin embargo, tiene pretensiones “críticas”, esto es, camufla su impotencia política con verdaderas sobredosis de sociologismo y, sobre todo, busca integrarse en lo comunicativo cuanto antes mejor. Como justa correspondencia al imperio mediático del karaoke y al impulso melodramático de reality-show narcolépsico, el arte contemporáneo, casi de forma masiva, decide transformarse en un criadero de polvo en el que el hipnotismo de la música techno, la confesionalidad sexual o para-psicoanalítica y la pose políticamente correcta pueden ser lo mismo: decoración al mismo tiempo escatológica e higienizante, productos amnésico-museales, respuestas conductistas a la tematización que ha impuesto lo que denomino curatorismo."

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