martes, 12 de febrero de 2013



hace años que no tomaba estos recuerdos de oriente. nunca supe que hacer con ellos. nada de locuras. no era articulable ni un juguete de matel. sólo el recuerdo de un remoto lugar, tan remoto como desde donde ahora redacto este post. todos y nadie quieren involucrarse cuando uno no sólo asume los propios problemas, por muy remotos que sean. tampoco redimirse ante ellos. algo que esta escultura decorativa de madera me recuerda o como castro flórez podria decir: 
"El descubrimiento de la tragedia del paisaje por parte del romanticismo es simultáneo a la apertura de la estética del nomadismo espiritual. El viaje romántico es siempre búsqueda del yo, una larga travesía interior: una fuga sin fin. El gozne de un nuevo sentimiento del espacio es el cuadro de Caspar David Friedrich El monje ante el mar, que Kleist contemplara con una desazón absoluta: «Era yo mismo el capuchino y era el cuadro una duna; pero aquello que yo debía mirar con anhelo no estaba: el mar. Nada puede ser más triste y más precario que esta posición en el mundo: una única chispa de vida en el imperio de la muerte, el solitario punto medio del círculo solo». Este apocalipsis pictórico desborda a aquél que se atreve a contemplarlo: «Es como si a uno le arrancasen los párpados». La playa bañada por el oleaje, en el sentido habitual, no existe. Ante un mar casi negro la franja de arena con dunas destaca con un tono gris-blanco, débilmente azulado. La costa de color claro es la única base sólida. Todos los elementos de la vida son aislados, apenas perceptibles. En la estrecha franja de tierra vemos a un hombre solo. El monje sufre una minimización en la inmensidad crepuscular: una imagen de la desolación."

No hay comentarios:

Publicar un comentario