Cosa curiosa; ese incidente me devolvió el valor. Alguien iba a venir,
era inevitable; pero no pensé ni un instante en huir o en acallar el
escándalo. Al contrario, con resolución abrí la puerta. ¡Oh, espectáculo
y gozo inusitados! ¡Es fácil imaginar las exclamaciones de horror, los
gritos [40] desesperados,
sábado, 7 de agosto de 2010
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