sábado, 17 de octubre de 2009
MUSEO MAUSOLEO
CONVERSACIÓN, JAVIER UTRAY – DOMINGO SÁNCHEZ BLANCO, 2005
Javier Utray.- Supongo que a todos los poetas les interesaba mucho el punto de vista de cómo se podían translucir, en la mente de otro lejano, ideas fuertemente poéticas.
En el concepto de médium, no el médium victoriano, es donde quizá le interesa más el tema a Duchamp porque a Duchamp no le interesaba, en absoluto, llegar en la primera invocación a una verdad poética de las que derrumban fronteras, sino llegar a preguntas sobre las que lo primero que hay que hacer es preguntarse ¿qué pregunta quiere preguntar a esta pregunta?, esto es un hallazgo, como dos guijarros que se recogen en el suelo, ¿qué hacen estas dos palabras que fonéticamente están copulando? la existencia teórica de Rose Sélavy se inicia como el alter ego poético de Duchamp; pero hay una idea que está oculta y nunca ha sido confesada y esa es la buena idea de Duchamp, es como un simple fuego fituitario en un momento en el que hay que huir, sobre todo, de la peste, de la guerra y del hambre, y allí, donde hay problemas, haces una sustitutio de personalidades. Yo te envío allí, donde quiero ir, yo te envío al sitio a donde quiero ir. Yo genero las preguntas con las verdades esencialmente poéticas que dan cuerpo a tu existencia allí, y luego me subsumo como última pregunta en ti, es decir, me evito el pasaporte.
En el caso de Rose Sélavy hay que pasar inevitablemente por un concepto de transusastación de cuerpos a través de conceptos poéticos y verbales, sino no se entiende por qué el Sr. Duchamp se pinta como una puerta y se viste de mujer. Este podría ser uno de los casos de antitrasvestismo más gigantescos del mundo porque es un trasvestismo de pasaporte y ese concepto cada vez que se toca aligera vistosismo. La vistosidad de esa dama que se llama Rose Sélavy hay que mantenerla con mucho cuidado, de hecho se ha mantenido con cuidado, la gente no se ha atrevido con Rose Sélavy es demasiado cristalina.
Domingo Sánchez Blanco.- Hay tres términos cojonudos: la huída, el médium y la transmutación de la poética, o necesidad de esa poética, que sin ser patrimonio de uno mismo se deja fluir, por eso es cristalina, creo… no he trabajado en este campo, a diferencia de ti.
J. U. -No he trabajado tanto el tema.
D. S. B. - Yo creo que sí, la prueba es una diapositiva que tengo en mi poder que justifica ese trabajo. Tú eres parte de esa Rose Sélavy … ahí, siempre he visto un hueco, y ese hueco se va a pronunciar o va a continuar siendo un hueco cuando aparezca otra vez Rose.
J. U. -Vuelve a explicarme lo del hueco, la cara de Rose Sélavy como hueco.
D. S. B. -Hay una interpretación visual que yo capto rápidamente. Cuando te conozco veo en ti a un tipo que me da cierto miedo.
Cuando hemos entrado, esos dos tipos fuertes, a los que he saludado, porteros rumanos que se dedican a la pelea, ¿no los has visto?, ¡pun, pun¡ está resuelto, la clave estaba hecha.
Cuando te veo y te conozco me pareces un tipo peligroso y me digo: hay un peligro, hay alguien que es un tipo peligroso, no eres una persona que va de algo que tiene que suponerse, que tiene que funcionar de una manera, no, no, simplemente peligroso, no puedes dar una explicación de cuál es el peligro o por qué ves peligro, pero yo, que soy un tipo bastante intuitivo y que también conozco la calle, sé y detecto dónde hay un cierto peligro. ¿Cómo puedes solucionar esta situación? yo no he sido capaz de resolverla de ninguna forma; esto me lleva, en definitiva, a una constante de por qué me tengo que estar comunicando con cierta gente que, a mí, me provoca, hay otros que son planos, los has visto el primer día y ya sabes de que cojones van, el gordinflas ese que tú has dicho, dos minutos tardé en saber de que iba el rollo y no me equivoqué en absoluto, sin embargo contigo puedo equivocarme porque no te conozco, no se aún cual es el grado. Esto me hace pensar que vamos por buen camino, no hay que rectificar nada porque estamos en marcha.
J. U. -La mejor manera de ir en metro es no conocer a nadie que te adore.
- En la índole de los artistas hay dinero fresco en cada escalón y cada escalón te acerca ideológicamente y te pringa en cada instante que subes.
¿Quién puede gestionar? ni ellos mismos pueden gestionar la veracidad de que son artistas o no. En un panorama donde no hay pasta qué es lo que hay que hacer, ¿tener una cámara de vídeo y un estudio? y cualquier cosa que ocurra lo doy como una especie de nueva e inexplicada cinemadrite pasada al arte, pero que, en realidad, no explica nada.
Me temo que lo que están haciendo es generar un relleno, como se rellenan las salchichas y los chorizos, para rellenar los espacios museísticos desproporcionadamente caros y que jamás van a invertir en arte, ¡en arte real¡ no en compras, ¡en arte real¡ no en escenografías, ¡en arte real¡. Esas inmensas instalaciones de una arquitectura que, por cierto, ya ha desaparecido y que ya no es ni siquiera arquitectura porque no tienen ningún sintagma funcional que las organice, simplemente una adicoesencia que expresa el nivel tecnológico y constructivo del que paga, ni siquiera del país que lo paga. Hay arquitectos que te sacan un pene de 52 m de altura que su único hallazgo arquitectónico ya era comprendido por los egipcios, la forma de un pene, un paraboloide de un solo eje que no tiene ningún interés para nadie, sólo para el que lo ha pagado y para el que lo ha construido, aunque sea en aluminio, pero arquitectónicamente no tiene ningún sentido. Sí, es un símbolo fálico del estado, un símbolo fálico del poder.
Ahora el problema es rellenarlo, ¿de qué se rellena? del mismo producto exacto a la democracia, una absoluta inanidad y una enseñanza programada, una enseñanza de nada, se dice que se enseña, se programa una enseñanza en la que se dice que se enseña, cuando no se enseña nada, los colegios son simplemente como in the garden de seguridad, y ahora ni eso.
Entonces se crea esa especie de abundamiento, de repretar el arte de lo que no necesita, el arte no necesita ese repretado, en cualquier caso si hay quien se atreva a ello, compretado o seguido de una manera con talento y talante humilde pero no repretar. No sirve poner vídeos de habitaciones oscuras que repiten una y otra vez como un individuo del país vasco se quita los calzoncillos, hasta ahora nadie me ha enseñado qué enseñanza estética, poética o filosófica tengo que extraer de este asunto.
Demasiada gente, y es terrible decirlo así, sin necesidades.
J. U. -¿Qué es el coste de un terreno? Porque tú quieres enterrar. ¿Dónde se va a realizar un cementerio para los objetos?, esos objetos que son tan heterodoxos que no se pueden enterrar en los cementerios heterodoxos. Los cuerpos de los suicidas, de los no bautizados, de los protestantes… no se pueden enterrar en los cementerios católicos. El cuerpo, incluso el de los poetas muertos, ocupa un lugar, incluso las cenizas ocupan el volumen simbólico que ocuparon en el espacio. ¿Disponemos de propiedad inmobiliaria?
D. S. - Y si no lo tenemos, lo buscamos.
J. U. - Tenemos muchísimos cuerpos para enterrar, están ahí hediendo
D. S. – Sí, nos vamos a hacer sepultureros ahora a estas alturas…
J. U. - Es tu propuesta me has invitado a Salamanca para una propuesta de enterramiento
D. S. – Bueno, más bien es una visita y que el trabajo lo haga otro, pero si hace falta hacerse enterrador, no de por vida, aunque creo que uno debiera ser primero limpiador y luego enterrador
J. U. - Yo creo que esta forma de enterrador es una forma muy sofisticada de limpiador. No hay que tener vergüenza, grandes hombres han dedicado su vida a enterrar grandes objetos heterodoxos.
D. S. - Concretemos las necesidades
J. U. - Busquemos un lugar precioso donde entierre a todos mis seres queridos, es decir, esas ideas irresolutas, algo así como tener una especie de cementerio para no natos.
Enterrar los restos de Walter Benjamín, trasládalos desde Port Bou, la bañera de Duchamp, hay muchos objetos descolocados en su historia de muerte.
D. S. – Tú me propones reorganizar, tendríamos que empezar entonces con una colección.
J. U. - ¡Que va! nos sobran los muertos.
D. S. - Me refiero que cada uno tiene una colección, hagamos una correa de distribución de muertos. Dime, no el paisaje; sino el viaje.
J. U. - ¿Estás generando el paisaje?
D. S. - Vamos a reorganizar el asunto, creo que la idea es artística aunque no nazca el proyecto como un proyecto artístico.
J. U. - Hagámonos artistas gestores de muertos no enterrados, busquemos viudas con velos que lloren ideas nuevas o sospechosas, ideas muertas en un paisaje aterrador o que llegue a ser aterrador, donde se entierren las ideas perdidas, el autentico país de nunca jamás ¡no vueles, cava¡
D. S. - Yo creo que el accidente en la carretera, por cierto, hay unas propagandas terribles por parte del gobierno para evitar accidentes, creo que el accidente y el lugar o paisaje donde uno tiene el accidente pueden ser el comienzo de una gran biblioteca de elementos sin problema de traslado
J. U. - La primera cimentación son los muertos,
D. S. - O un muerto,
J. U. – No, cuantos más muertos mejor,
D. S. - Parecemos los que hicieron Benidorm en los 60. Había soñado con dos manos señalando una carretera
J. U. - Hay un término muy bonito… “grulla roja”, “tumba roja”, por cierto las famosas grullas irlandesas han invadido el Parque de Doñana, antes pasaban de largo y ahora no pasan de largo sino que se quedan allí, creando un problema irlandés de poesía irlandesa en el Coto de Doñana de Seimus Geny y la poesía a caballo un poema de Villalón
D. S. - Regálame un titulo de Villalón
J. U. - Me lo voy a inventar “La plata de tus hijares”.
No hagamos la identificación de la muerte como un campo verde con cruces simétricas blancas no quiero clasificar blanco y verde para saber siempre donde estoy. El objetivo de los antiguos era construir un gran mausoleo y después enterrarse en un lugar que solamente conociese su tata.
D. S. - La muerte laberíntica. No invoquemos a Louis Boullée, tantos años incomprendido, busquemos un campo, porque los muertos los tenemos a decenas y acudirán al Campo Santo, otros los llevan a cuestas como yo, tatuados en mis brazos, si quiero enterrarlos tengo que hacerme un transplante.
J. U. - Se formalizarán los muertos. Se puede enterrar una lágrima, se puede enterrar…
Yo quiero enterrar mi Pontiac como documento histórico, ha sido profundamente feliz, ha sido, en su época, la estrella de Madrid, muchas personas han pasado ratos fascinantes, sicológicamente ha sido una cabina donde se han sentido ellos mismos, los últimos tiempos Alcolea me llamaba y me decía dame una vuelta por delante del Museo de Prado…tiene una gran historia, propia de ser enterrada.
Ésta no es una idea que triunfe desde el punto de vista artístico, siempre dependerá del próximo enterramiento.
Será un cementerio natural de las cosas con las que, de alguna manera real, hemos convivido y nos afectan de una forma vital, hay que seguir un criterio, hacer un cementerio serio y alegre, que no le guste a los críticos, que se busquen su propio cementerio. Será un Museo subterráneo donde el visitante se imagine las obras, un museo sin necesidad de restauradores…
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