viernes, 23 de octubre de 2009

¿Dónde estamos cuando pensamos?
Jenofonte transmite una bella anécdota sobre Sócrates. Este había luchado valientemente como soldado en la guerra del Peloponeso. En cierta ocasión las tropas estaban en marcha; Sócrates de pronto quedó absorto en sus pensamientos; y así estuvo durante todo un día, olvidado de sí mismo, de la situación y del lugar. Se la había ocurrido o le había llamado la atención algo que le daba que pensar, y así había caído de su realidad. Se encontraba bajo la fuerza de un pensamiento que no lo conducía a ninguna parte y en el que, sin embargo, de manera sorprendente le parecía encontrarse en casa. Este "en ninguna parte" del pensamiento es la gran interrupción en el acontecer cotidiano, y a la vez lleva consigo un "en otra parte" que seduce. Según todo lo que sabemos de Sócrates, la experiencia de éste "en otra parte del espíritu" es un presupuesto de su triunfo sobr la angustia y al muerte. El Sócrates aprehendido por el pensamiento se hace incólume. Podrán matar su cuerpo, pero su espíritu vivirá. Está desligado de la lucha de la existencia. En este Sócrates, tal como está ahí, inmóvil y absorto mientras las cosas en torno a él siguen su curso, pensaba Aristóteles cuando alaba la filosofía por su talento para el "en todas partes y en ninguna parte"; ésta, dice, no exige "ni una armadura ni un determinado lugar para ejercitarse...; donde quiera que alguien en la tierra se dedique al pensamiento, alcanzará la verdad como si la filosofía estuviera allí presente". La filosofía resulta que carece de lugar y está a la vez ligada a un sitio. Lo malo es que no podemos aceptar que el pensamiento sea, meramente, un pasmo en medio del conflicto. El estupor o la posesión del filósofo revelan la incapacidad sustancial para enfrentarse, con radicalidad, a lo polémico. Acaso tenemos que comenzar a pensar en esas partes que no son abstractas o, en otros términos, en aquellas pasiones que evitan el sedentarismo o la petrificación colosal. El destino "heroico" de Sócrates es el veneno que no queremos beber.

No hay comentarios:

Publicar un comentario