miércoles, 28 de octubre de 2009
hoy, en estado febril y cansado como un perro, divagé, ante un público reducido pero selecto, sobre Tarkovsky. Mi desastre mental evidente llevó a que un asistente me refutara con vigor: yo había venido a decir que "el deseo no es nada" y ni siquiera comprendía que lo que estamos buscando es un abrazo infinito. Tirando de un ejemplo de Rem Koolhass me atreví a sugerirle que en el improbable caso de que nosotros dos compartiéramos un jacuzzi (algo que el califico de aberración imposible) no querríamos que fuera hasta la eternidad. Si estaba desconcertado y no tenía, en realidad, nada que replicar es porque había pronunciado unos términos mágicos que evitan seguir polemizando: Ying y Yang. Eso y no la trivialidad de Zipi y Zape corta el flipe por la sano. Juro, solemnemente, que no volveré a meterme en lodazales, trincheras o cualquier clase de madriguera sin antes darle al mantra, al tantra y a lo que sea oportuno con tal de evitar quedar como un necio.
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muy buenas, respondo por alusiones a F. Castro sobre la irresponsabilidad de hablar, de mojarse, de la valentía que exige parar el corazón y su pulso y que gobierne la palabra. ya que una vez iniciado: el error es el único compañero. La mayor parte de la participación del ponente fué brillante, no permitiendo a las hadas del sueño que entrasen en un torrente de pensamiento habil, valiente y documentado(materialismo histórico actualizado); sin embargo mi preparación como ganadero y filólogo me hacen hablar de más y castigar lo no dicho(en mi lucha por lo holístico): perdón por mi violencia.
ResponderEliminarno más que aclarar que el deseo, el amor, la entrega gratuita por compartir, al compartir el tiempo en este planeta, genera más energía que los miedos de todos los ejércitos. la novela rosa es el gnenero más leido aunque la poesía tenga más profundidad; el regalo es un don
gracias por tu intervención. Tienes toda la razón cuando terminas aludiendo al regalo. Decían los latinos que hay que temer a los griegos incluso cuando hacen regalos. Alguna noticia tenían del final de Troya. Acaso la mayor obra de arte es una buena conversación. Mi única intención era rememorar un viaje, familiar, a las trincheras. Ojalá tengas miedo y el deseo o, mejor, el amor deje en la sombra al miedo. Ese abrazo infinito que nombras es lo que uno sueña pero al despertarse apenas puede contar. O tan sólo tiene sentido narrarlo en un fragmento. En cualquier caso gracias por intervenir y por ofrecer otro punto de vista. Eso también tiene que ver con el deseo del otro y con la disimetría y, tal vez, con la esperanza en que en algún punto exista la comprensión.
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