martes, 20 de octubre de 2009

Incluso, por un accidente de la lingüística histórica, fue la palabra griega para expresar “que pertenece a uno mismo, personal”, idios o idiótes, la que dio al inglés su forma más dura y excluyente para “loco”: “idiota” (idiot). Idiótes designaba a la persona con una capacidad privada, por oposición a oficio público; de ahí pasó a designar al lego, a alguien sin preparación profesional: después, a alguien “no capacitado” en alguna cosa. Alrededor del siglo IV puede designar a alguien no letrado, ignorante; a menudo es un término de maltrato. En la época romana una palabra griega derivada de idiótes adquirió un matiz social. Idiotismós significaba “manera vulgar”, “habla vulgar”. Idios significa “personal, peculiar”. También “separado, distinto”. Y “privado”. Hacemos algo en privado, que es lo opuesto a público: para nuestro interés privado. Platón acuñó la palabra idíosis, “privatización”, “hacer privado”; no designa algo bueno. La “comunidad de placer y dolor” uno a los ciudadanos; la idíosis de esos sentimientos rompe los lazos de esa comunidad. En la Grecia posterior, hacer “los ídia” es ocuparse de los propios asuntos. Ídios también significa “extraño”, “inusual”, “sorprendente” y de allí se llegó, de forma gradual a “excéntrico” (por ejemplo, en Plutarco). En la tragedia a veces resulta difícil estimar el significado de esa palabra. En Eurípides, Orestes le dice al padre de Clitemnestra que ésta –la madre de Orestes- buscó “lechos nupciales privados, no lechos prudentes”. Clitemnestra durmió con Egisto: ¿acaso “privados” aquí significa “sin sabiduría”? ¿“Secretamente”? ¿“Por sí mismo”? En este contexto, realmente no podríamos decirlo. Pero no hay nada de interioridad en esta palabra: como idiótes, ídios es “privado” por oposición a “público”. En inglés hay un cambio de actitud en la historia de esta palabra: en los siglos XIV y XV “idiota” [idiot] designaba a “una persona sin educación”, o “lega”. Pero al mismo tiempo la palabra comenzó su largo hábito para designar a una persona legalmente declarada deficiente mental: un “tonto”. De modo que, desde una sociedad que consideró que la soledad es peligrosa, incómoda y vergonzosa, y que la conectó con la locura, nos ha llegado una palabra que las sociedades posteriores traducirán como “privado”, pero que en griego no tiene ninguna de las connotaciones de interioridad personal (una noción de la cual el siglo V por lo general no tenía ninguna necesidad, ni forma de designarla). Por último, esta palabra dio a algunas lenguas europeas un término que significa “loco”. En la tragedia –podríamos decir- privado está relacionado con loco, y la lengua inglesa abstrae de idiótes la noción de “personal, peculiar de” y deriva de ella una palabra para esa anormalidad mental que la sociedad del siglo XV asociaba con aislamiento”. [Cf. Ruth Padel: "A quien los dioses destruyen", pp. 199-200].

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