miércoles, 23 de marzo de 2011
sigo bunkerizado en mi habitación que da a la esquina de la Avenida Paulista. Cuando descorro la cortina veo siempre, en dos plantas diferentes, a sendos guardias sentados con los chalecos anti-balas reglamentarios. Es una maravilla: consiguen estar 12 horas inmóviles, sin hacer ni el huevo. Supongo que sus chalecos pueden hacer juego con este repertorio de capas que comienza a hacer furor en la estética bizarra. Como hoy ni me han limpiado la habitación y se han olvidado de que la cama la tienen que hacer he decidido andar en pelota picada por mis dominios. Estoy en el punto-de-capa, mejor que decadente, de Aguirre. Domingo jr. tenía querencia, si no equivoco, por aquella escena de la peli en la que solamente le quedan cuatro tablas y unos monos que van de acá para allá mientras el loco del casco oxidado camina como si tuviera unas almorranas infames. "Que se nos seque la lengua y nos corten la mano si osamos des-decirnos". Está mal citado pero tampoco está un siempre con la capa bibli-filmo-gráfica a punto.
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