viernes, 11 de marzo de 2011
nos han "trincao" en el peaje de San Rafael. Con unas veinte molduras de madera, algunas de ellas de tres metros casi de alto, tableros a punta pala, un rastrillo, una pala (por reiterar cosas) y un caniche que fue calificado, por un diligente número de la Guardia Civil, como un objeto que podría ocasionar la muerte "en caso de acciedente". Yo no dejaba de pensar, tal vez por culpa de José Maldonado, en el fáctor de estiba. Pero sobre todo me daban temblores de piernas al pensar en el caniche proyectado a toda velocidad contra mi calva, destrozándome la poca sesera que tengo. 80 euros del ala y además con la certeza de que nos podían haber metido un paquete heavy. Lo malo es que luego he tenido que montar todas esas estanterías. El dolor de espalda ni lo cuento. Todo sórdido y ahora toca entrar en la camita y soñar, a la manera del "Golgota picnic" de Rodrigo García, con vueltas de campana en un coche, sonando la radio, Bach o Lady Gaga (da lo mismo), y el caniche cósmico destrozando lo poco que de racional puede haber en la caja craneal. Lo dicho, nos trincaron, y nos metieron miedo en el cuerpo.
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